Silvia Prió es de Barcelona, licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, posee Mención de Honor en el Grado Superior de Fotografía y una diplomatura de Cine Documental por la UIB.
Apasionada por las relaciones humanas y el estudio de la sociedad a través de la fotografía como medio de investigación antropológica y experimentación artística, despliega trabajos que meditan sobre la identidad buscando interpretar nuevas realidades desvinculadas de los tópicos. Su mirada se dirige hacia mundos que cuestionan el significado de las fronteras físicas y psíquicas.
Trabaja de profesora de fotografía en Grado Superior de Fotografia. También ejerce de profesora de fotografía invitada en universidades europeas realizando numerosos proyectos.
Ha participado en diferentes talleres con Alberto García Alix, Paco Salinas, Eduardo Momeñe, Isabel Muñoz, Oscar Molina, Joan Fontcuberta y Bruce Gilden entre otros.
Ha sido seleccionada en el Festival Imaginaria, Barbara Weill, Menorca Doc Fest, Descubrimientos PhotoEspaña, Athens Photo, Premi Ciutat de Mallorca, Forum Can Basté, Foto Fest Paris, Encontro artistas novos, Festival Pa-ta-ta, CAF, Fotonoviembre, Encontros da Imagen Braga y Emergent Lleida entre otros.
Ha sido premiada Premio Michael Horbach, Visualkorner Pati Llimona y Festival Pa-ta-ta. Ha sido ponente en Formentera fotográfica, Menorca Doc Fest y Pa ta ta Festival. Forma parte del colectivo Women Photograph de EEUU y del colectivo No sin fotógrafas entre otros.
La Cultura Romaní constituye, desde hace siglos, una parte integrante del patrimonio cultural europeo. Los Gitanos han viajado, a través de Europa (y del mundo), adoptando elementos culturales de los países de acogida y contribuyendo a enriquecer el patrimonio cultural y la historia de los países en los que se han instalado. Sin embargo, la cultura y la historia del Pueblo Gitano siguen sin ser debidamente conocidas.
En Europa las artes adivinatorias forman parte de la cultura popular, al menos hasta mediados del siglo XV, momento en el que la sanción eclesiástica, lo convierte en un arte oculto. La bruja gitana aparecía entonces leyendo la mano de la bella dama de piel blanca. En los suburbios de Bucarest, coexiste un gran colectivo de mujeres gitanas que continúan desarrollando ancestrales artes adivinatorias. La población rumana, aunque recela de la comunidad gitana, recurre a ellas con una cierta naturalidad y no duda en solicitar sus servicios, que se publicitan en la prensa rumana además de en las redes sociales. Estos rituales se transmiten de madres a hijas, generación tras generación. Esta tradición no está recogida en ningún libro, sino que se ha transmitido oralmente y con el ejemplo. La mujer gitana, más allá de la mitificación, encuentra en la quiromancia y el tarot un sustento y una manera de ganarse el pan día a día. Tigancă Vrăjitoare presenta, desde una perspectiva actual, una visión poética del mundo mágico de estas mujeres que, durante siglos, han sido dueñas del linaje del arte de la clarividencia. Buscando las conexiones del concepto de la magia de este mundo tradicional, con el de las nuevas formas de comunicación en nuestro mundo actual. El proyecto cuestiona la universalidad del pensamiento racional y hace de altavoz de un feminismo marginal.