La ultima frontera de america latina

Marta Maroto

Madrid 1995
Es periodista y economista, está centrada en migraciones y política internacional. Ha contado diferentes fronteras europeas y de América Latina, los campos de refugiados de Grecia y Francia, el intento de golpe de estado en Brasil y el éxodo venezolano en Chile.
Desde hace unos meses vive en Beirut, donde estudia un máster en derechos humanos y derecho internacional. Cada vez le interesan más los temas que tienen que ver con cómo tratamos a nuestra tierra: la escasez de agua, la sobre explotación de la agricultura.
Echa de menos el vermú de los domingos y a su gente de siempre, aunque quizá se quede en Oriente Medio una temporada.

La última frontera de América latina

La respiración de Allyson se aceleraba a medida que avanzaba en la trocha, dejando Bolivia a su espalda, quizá el cruce fronterizo más alto del mundo. “Hemos venido a Chile a operarme y a trabajar”, decía la pequeña de cinco años dejando al descubierto las cicatrices que abrazan su pulmón derecho.

Junto sus padres y tres hermanos mayores, Allyson, que nació con una malformación congénita llamada laringomalacia, dejó Venezuela cuando los médicos dijeron que ya no sería posible tratarla si volvía a enfermar. La inestabilidad política y económica que asola el país latinoamericano ya ha forzado el desplazamiento de más de siete millones de personas.

En lugar de seguir la ruta más común hasta Chile, pasando por Colombia y Perú, la familia atravesó la Amazonía Brasileña hasta llegar a Bolivia. Desde el altiplano boliviano llegaron a Iquique, la primera gran ciudad de norte de Chile, y de ahí se montaron en un autobús hasta la capital Santiago, donde les esperaba la abuela y la hermana mayor de Allyson, que acaba de tener un bebé.

Ante la pesadilla en la que el sueño americano se ha convertido para miles de migrantes latinoamericanos, Chile se ha convertido en una alternativa a la ruta hacia Estados Unidos para la diáspora venezolana. Casi 53.900 personas entraron de manera irregular a Chile, un ligero descenso con respecto al año anterior, cuando el país andino experimentó una crisis sin precedentes, colapsando las estructuras de acogida.