1987.
Fotógrafa documental especializada en migraciones, especialmente en la frontera sur de España. Tras muchos años documentando los flujos migratorios desde una perspectiva general, ahora dedica la totalidad de su trabajo a documentar como es el día a día de las mujeres africanas que están en tránsito hacia Europa, pero esta vez desde una perspectiva más íntima y personal.
Las mujeres migrantes se han convertido en un eslabón fundamental de la ruta migratoria hacia Europa, pero sus cuerpos sufren las consecuencias directas de las políticas migratorias europeas. Son la clave para sobrevivir y cruzar a España.
Las políticas migratorias se han endurecido estos últimos años y ante la imposibilidad de pedir asilo en frontera, o de saltar las vallas de Ceuta y Melilla la única opción posible para entrar en Europa es la ruta a través del mar. Por esta razón, muchos de los hombres que viven en los bosques se han trasladado a las grandes ciudades para tratar de ganar el dinero que tendrán que pagar a las mafias para poder cruzar. Pero como van a ganar todo ese dinero si salir a la calle siendo varón, te supone un riesgo de deportación constante porque son brutalmente perseguidos.
La respuesta está en ellas, ellas como arma de supervivencia. Aunque también están en riesgo de ser detenidas, las mujeres son menos perseguidas, sobre todo si están embarazadas o tienen hijos pequeños, por lo que pueden salir a mendigar o trabajar con más facilidad. Se crean así parejas afines de conveniencia, ellas porque se sienten más seguras y ellos porque su supervivencia depende de ello. Ellas trabajan, pagan el alquiler, la comida y todo lo que la pareja necesite y si sobra algo, lo ahorran para pagar el pasaje hacia España. En ocasiones, cuando el cariño afora llegan a tener hijos en común siendo muchos de estos embarazos muy deseados. Pero la presión y el instinto de supervivencia son más fuertes en aquellos lugares donde se sufre.
Cuando los ahorros son suficientes como para pagar un viaje ellos se marchan, a veces sin avisar, con la creencia de que una vez en Europa, podrán ayudar a sus futuros hijos y a las madres de los mismos. Nada más lejos de la realidad. Los que no mueren en el intento y consiguen llegar a España, se enfrentan a la dura realidad de la difícil regularización. No pueden trabajar ni a penas mantenerse solos, por lo que acaban abandonándolas a su suerte a las puertas de Europa.
Se quedan atrapadas en Marruecos, con sus hijos y obligadas a empezar de cero, esta vez completamente solas. Pero lejos de rendirse, siguen adelante para poder volver a ahorrar y costearse el pasaje en patera, esta vez con sus pequeños. Se han convertido en un arma de supervivencia y sus cuerpos en una etapa más del difícil camino a Europa.